martes, 16 de enero de 2007

El VERDADERO Centro


En estos tiempos vemos la aparición de banderas extrañas de dudosa denominación política que se apropian de términos que no les compete para abogar por una causa que no es la suya. Lo cierto es que el tema de la tercera vía, no es algo nuevo, es algo que apareció en el espectro político en el siglo XIX y dentro de una institución considerada por muchos, conservadora, reaccionaria y retrograda: La Iglesia Católica. Fueron precisamente fervientes católicos, los que se dieron cuenta de que el mundo se estaba dividiendo entre dos extremos que lo único que causarían era la perpetuación de la injusticia. Fueron estos católicos, los que vieron en los valores cristianos la salida perfecta de esta encrucijada.

En los tiempos de la revolución industrial el hombre era degradado, su condición humana era ignorada, era un mero objeto del empresariado. Por eso en opinión de Honorio Delgado, “La revolución industrial representa, pues, un proceso de deshumanización del trabajo, que jamás se conoció antes (…) En el industrialismo moderno el hombre casi queda incluido en los engranajes del gran aparato de producción” (Delgado, “Honorio La deformación de la humanidad en el siglo XIX” Revista PUCP, p. 371, 1941). Como consecuencia en otros puntos del planeta surgían intelectuales que abogaban por un sector o clase y que afirmaban que todo valía si se hacia en nombre una determinada colectividad, que por la revolución todo era admisible y debían acabar con el capitalismo. Entre estos dos extremos, surge un pensamiento que rechaza ambas visiones porque dejaban de lado lo fundamental: La Persona. El ser humano debía recuperar su dignidad, no era posible que en un extremo fuese considerado como un punto en la estadística y en el otro como un medio para la revolución.

En defensa de la vida y de la persona, la iglesia siguiendo un rol preponderante en nuestra historia decide marcar una posición y sentar las bases para lo que seria la doctrina social. Esta insurrección intelectual que surge de pensadores católicos, que luego es adoptada por la iglesia y cristalizada en la encíclica RERUM NOVARUM de su Santidad León XIII, muestra claramente la posición de una colectividad que buscaba un futuro diferente, una tercera vía, un centro reformista. El Papa Pío XI describe esa encíclica de impacto global, como el punto medio entre lo divino y lo humano, porque ese documento, lo que hizo fue reivindicar aquellos principios que fueron pregonados en los evangelios y que el mundo materialista estaba olvidando.

Es así que este pensamiento social, introduce en el debate temas como el bien común, la solidaridad, el salario mínimo, el seguro social, la función social de la propiedad, entre otros. La posición de la doctrina social en ese momento, no era la de apoyar a una clase o a la industria, sino era reivindicar al trabajador que se encontraba en medio de los dos fuegos. En aplicación de los valores cristianos y como lo puso en claro el R.P. Felipe Mac Gregor S.J, ex-Rector de nuestra casa de estudios, al comentar la Carta Pastoral: Política, Deber Cristiano, "Hay que recorrer la distancia que existe entre lo que debe ser la política y lo que es la política en nuestro país, y recorrerla pronto pues, además de otras razones, un imperativo moral y cristiano nos impulsa a ello"(Política Deber Cristiano, PUCP, 1963) Es en ese espíritu, siempre renovador, es que el pensamiento social cristiano sigue vigente en un Humanismo Reformista de Centro, que se actualiza y cambia conforme cambian los tiempos, pero en lo que no cambia es en su defensa de la humanidad, de los principios cristianos de la vida libre y en comunidad.

Creo que solo un viejo dirigente católico como Ozanam puede describir el sentir de los humanistas de centro, “He creído y creo aun en la posibilidad de la Democracia Cristiana, mas todavía, no creo en otra cosa, tratándose de política” (Plá Rodríguez, Américo, Los Principios de la Democracia Cristiana, 4ta Edición)

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